Es una capacidad que nunca debemos perder. Claves para desarrollarla y potenciarla.
Sin dudas, estamos en una era de gran acceso a la información y los estímulos, producto de internet y las tecnologías. Y todo esto nos obliga a priorizar más nuevas habilidades cognitivas para poder analizar todo este flujo de información al que nos sometemos diariamente. Y es dentro de estas habilidades que el pensamiento crítico cobra aún más significado. “Hoy ya no es tan trabajoso acceder a los datos, por lo que se vuelve mucho más relevante analizarlos, discernir lo que leemos, lo que nos dicen, contar con criterio claro y objetivo, reflexionar, usar el sentido común para descifrar lo que es un hecho de lo que es una inferencia o datos falsos… Ser flexibles, estar atentos, observar similitudes y diferencias, validar con hechos y argumentar lógicamente, es parte del pensamiento crítico que nos permite no dar por cierta cualquier información que otro nos brinda o nos enseña”, explica Casey. Y agrega que ser pensadores críticos es también no ser sumisos y desarrollar el propio criterio, aún a riesgo de no encajar en algunos grupos.
PIENSO, LUEGO EXISTO
Como explicamos desarrollar y estimular nuestro pensamiento crítico es clave en esta época. Para lograrlo, Casey sugiere analizar y desmenuzar la información que recibimos; buscar la síntesis; y explorar al máximo nuestra flexibilidad: relacionarnos con gente que piense distinto a nosotros y animarnos a debatir con argumentos racionales y no impuestos por otros. Es decir, cuestionar lo dado por hecho. “Todo esto no siempre es sinónimo de simpatía, e incluso en algunos ambientes el pensamiento crítico no se estimula. Sin embargo, es el gran desafío de la educación y todo ambiente laboral que se considere actual o moderno”, argumenta.
Por último, Casey nos brinda 2 consejos para tener más pensamiento crítico:
- Desarrollar la reflexión. No reaccionar en automático, sino pensar, sentir y tomarnos unos minutos para responder de la mejor manera.
- Estar atentos a nuestros pensamientos y emociones. Dar lugar tanto a la intuición como al juicio, la lógica, y desarrollar preguntas y cuestionamientos. Esto es indagar las fuentes de cierta información, razonar un mismo asunto desde distintos ángulos poniéndonos en el lugar del otro o cambiando la óptica tan solo para explorar criterios; y sacar conclusiones basadas en evidencia y no a partir de corazonadas. Tampoco dar por cierto historias o relatos según el mensajero: informarnos, leer o escuchar otras fuentes, analizar y luego si sacar nuestras conclusiones de modo reflexivo y no impulsivo.