RUTINA: ¿MALA PALABRA?

RUTINA: ¿MALA PALABRA?

Calidad de Vida  -  14/03/2024

¿Por qué le damos una connotación negativa?

Ya se terminaron las vacaciones y es hora de retomar las actividades habituales de cada uno: los chicos vuelven al colegio, los estudiantes retoman sus estudios y otros retoman el trabajo… en definitiva, es el retorno a la rutina propiamente del año. Y para muchos esta rutina tiene una connotación negativa, casi como si fuera una mala palabra. Como explica la licenciada Patricia Maiuro de la Institución Fernando Ulloa, si bien es cierto que esta rutina a muchos incomoda, otros la esperan ansiosamente. “Las personas que son más estructuradas quieren y esperan volver a lo que están acostumbrados, a lo que es su vida cotidiana. Estas personas suelen hacer un esfuerzo psíquico grande cuando hay cambios. Por ejemplo, si van siempre de vacaciones al mismo lugar y un miembro de la familia cambió el plan, esto puede llevar a la angustia porque ese cambio no estaba previsto; es romper con la rutina. Marzo no solo es el inicio de clases, es tiempo de volver a las distintas actividades, aquellas que se van a sostener a lo largo del año”, explica la especialista. 

¿Qué pasa cuando esto se vive con pesar? Acá Maiuro es clara y afirma que hay que preguntarse qué es lo que pesa.  Si lo que pesa es la rutina en sí misma, si pesa otro año haciendo lo mismo, si pesa el trabajo, si se tenían otros proyectos y estos no se concretaron, si lo que pesa es estar es un espacio que incomoda…. “Poder identificar cuál es la causa y saber cuál es el motivo dará la posibilidad de hacer algún tipo de cambio, para que no se viva de forma displacentera”, argumenta.

Si vivimos la rutina con pesar pueden aparecer como respuestas el mal humor, desgano, síntomas en el cuerpo, hasta llegar incluso al estrés cuando hay disconformidad o cierto malestar. Son manifestaciones que tienen que ver con no hacer lo que se desea.


RUTINA O RUTINARIO

Es preciso entender a qué nos referimos cuando hablamos de rutina. “Desde que somos bebés necesitamos que nos ordenen. La madre generalmente o quien ocupe ese lugar en el cuidado del niño, es la que incorpora un ritmo que tiene que ver con los horarios relacionados con el alimento, el sueño, el baño… es decir que va construyendo en el niño rutinas que más tarde se convierten en hábitos. La madre es quien organiza el caos en su hijo. Por lo tanto, este orden es necesario y fundamental, porque además estas necesidades básicas primarias traen satisfacción en el pequeño”, ejemplifica.

Muchas veces se piensa que la rutina tiene una connotación negativa. Según la especista tendríamos que aprender a diferenciar entre rutinario y rutina. Lo rutinario es hacer actividades de forma automática y repetitiva. Alguna de las consecuencias que aparecen pueden ser el aburrimiento, desgano, tedio, agobio, tristeza, ansiedad, pérdida de la motivación e incluso podemos llegar a sentir frustración. “Darse tiempo en poder revertir esta sensación, ya que es temporal. Incorporar pequeños cambios, por más mínimos que parezca, es recuperar el deseo en algo que ya se había perdido, sobre todo si dicha actividad se generó con placer. Hay que aceptar que habrá veces donde no se alcance aquello que se propuso, pero que se buscarán alternativas para sentirse mejor”, explica.


RUTINA Y ESPONTANEIDAD

Como vimos la rutina se vuelve costumbre al realizar actividades de forma regular y constante. Por ejemplo, levantarse a la misma hora, desayunar, ducharse, llevar los chicos al colegio e ir al trabajo. Los fines de semana, seguramente, se dará un corte y se armarán otras tareas más placenteras y no relacionadas con lo obligatorio de la semana. “La rutina ordena la vida de una persona y sostenerla favorece y beneficia la salud psicofísica, otorga seguridad, confianza y tranquilidad. Pero hay que dar lugar a lo espontáneo y los imprevistos que también forman parte de la vida”, concluye Maiuro.

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