Y, por qué, son claves en los trabajos.
EN LA JORNADA LABORAL
¿Cada cuánto hacerlas? ¿Cuánto deben durar? ¿Qué ejercicios hacer? ¿Sirven en oficina? ¿Ayudan a concentrarse? ¿Cómo empezar el hábito? Son muchas las preguntas que nos interpelan ante esta situación, pero nada que no tenga respuesta. Según explica Nemenmann, la frecuencia correcta es la que pueda ser sustentable dentro de la rutina de cada uno y de cada equipo. No sirve de mucho ponernos un objetivo muy alto y dejar de hacerlo a las dos semanas. “Muchas veces pongo el ejemplo de ir al gimnasio: todos sabemos que no es lo mismo entrenar 1, 2 o 4 veces por semana. Es decir, con la musculatura sabemos que necesitamos de la repetición y la constancia. Aclarado esto, una buena frecuencia para las pausas en la oficina podría ser una vez al día por 5 minutos o tres veces por semana de entre 5 y 10 minutos”, detalla.
Otra pregunta recurrente es si en las pausas debemos hacer un ciclo completo y mover todas las partes del cuerpo o solo mover aquellas que más usamos y sentimos más cansadas. Para Nemenmann ambas consultas son correctas. Por un lado, al ser un ejercicio breve es valioso enfocar en la/s zona/s de nuestro cuerpo que más pidan atención (por incomodidad o molestia). También es interesante que, aunque no se sienta una molestia, se elongue la cadera y la zona baja de espalda porque si trabajamos de 6 a 8 horas sentados los cuerpos van a necesitar esa movilidad. Sin embargo, es importante saber también que por el funcionamiento de las cadenas musculares y por el tejido conectivo (fascias) trabajar únicamente de manera localizada no va a tener un efecto tan potente como hacer primero un trabajo GLOBAL (lo que equivaldría a una ‘entrada en calor’) y luego sí pasar a lo FOCAL. “Mi recomendación, por lo tanto, es SIEMPRE hacer primero movilizaciones globales y después pasar a mover lo local de manera bilateral (aunque la molestia esté de un lado solo)”, detalla.
BENEFICIOS POR DOQUIER
Como explica la especialista, las pausas activas son muy saludables y nutritivas en distintos planos. A nivel físico, ofrecen la movilidad y la elongación que el cuerpo necesita para contrarrestar y aliviar la carga de una rutina sedentaria (es ideal también acompañarlo con fortalecimiento muscular por fuera del ámbito laboral). A nivel mental y anímico, brindan un corte de la inercia donde la atención tiene el permiso de ir hacia adentro, donde podemos regenerarnos y entrar un poco en contacto con nuestro mundo interno, para luego volver a salir más alineados. Y a nivel humano y social, las pausas activas nos permiten habitar y compartir el espacio laboral desde un lugar distinto, muchísimas veces trayendo un clima más ‘descontracturado’. “En ese sentido, si bien la intención técnica de esta práctica tiene que ver con la prevención de lesiones, a mí me gusta pensar que las pausas activas son un espacio donde ponernos en contacto con la propia capacidad de sentir bienestar”, concluye.
Detallamos los beneficios más tangibles:
- Prevención de lesiones
- Disminución del estrés
- Estimulan y favorecen la circulación
- Devuelven la movilidad articular
- Liberan molestias y dolores musculares
- Mejoran la postura
- Favorecen la concentración y la autoestima
- Despejan mentalmente
- Suman calidez al clima laboral
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